By Teresa on Unrecorded Date: |
Sigo mi estrella
entre tuneles distorsionados de angustia.
Es que una voz muy dulce se esconde
tras el espiritu de las cosas,
y la atisbo desde la penumbra.
Es como una leve onda de agua
que se queda suspendida en el aire...
al mediodia
mis pensamientos viajan
tras el muchacho rubio de larga cabellera y quemante sonrisa;
emisario de las estrellas.
Multitudinarios entre el sol me acribillan con insistencia,
soy tan insignificante y grande a la vez
porque me diluyo en la distancia,
y no puedo evitare este amor que electriza mis poros,
que recorre suavemente mi sangre.
Y cada dia es un despertar
entreabrir un pasaje en el cielo
con los ojos cerrados muy abiertos...
es preciso que deambule asi,
entre volutas de tiempo zigzagueantes
en esta era disolvente
cuando humo tóxico nos impide una clara vista,
y la multitud se aglomera,
cuando la cordura da vueltas frenética.
El halo de mi corazón me mantiene en trance,
en lo más hondo de mi mente se yergue un monumento o un artefacto
construido, al principiar un oscuro génesis de otra tierra,
similar a la nuestra, hace miles de años,
girando en el universo, una voluntad,
labró la piedra y forjó el metal.
De ese monumento que reposa bajo el estratificado polvo cósmico,
aún la esperanza flota entre nosotros como una nebulosa
que nos abstrae...
puñales de cielo que inyectan ternura
me impulsan a seguir viviendo en un perenne crecer,
cada vez que mi estrella aclara la superficie de mis pensamientos.
¡Que no desfallezca!
no ahora, que avanzo en esta era de vértigo,
más que nunca, cuando me imagino,
en los sólidos brazos de ese artista etéreo,
consolidando mi destino.
¡Pobre de mi, ilusa!
¿Hasta cuando podré hacer coincidir la geometria de mis sueños,
con las lineas de la realidad?
llora, vacía ese corazón terco lleno de lastre,
maravilla poliédrica: a la luz rompe la rebeldia y rasga las tinieblas...
corre al tunel que proyecta el metálico futuro,
temeraria, sin mirar atrás,
como Lot huyendo de Sodoma.
A través de destellos tan brillantes como el miedo
que apabullan, transtornan,
no se puede apagar la locura
una vez que ésta ha comenzado...
a pesar del caos eclipsante,
al final del tunel
unos hermosos ojos masculinos tienden
una quietud color miel
en la que me sumerjo sin reservas.
En la burbuja de su castaño iris quiero reflejarme
antes de que el mundo se obscurezca.
Y navegue el silencio en el aire inerte
por tiempo indefinido.
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